En el cielo,
a una con el viento,
atravesada por el rayo del sol,
regala lágrimas
que empapan, fecundan,
germinan el suelo,
y vuelven de nuevo.
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A la piedra,
escondida tras espinos, encubierta en arena,
¡Golpea! ¡Golpea una, dos veces?
Mejor habla, háblale a la roca,
ya sea un murmullo, o un susurro, o enérgicamente:
Siento mi corazón que se disloca, se abre, se derrama,
como agua inundando el jardín, surtidor saltando hasta el sol.
- ••
Hacia lo profundo,
bajo la aparente calma,
entre oscuridad que da miedo atravesar,
late el corazón
envuelto por torres y murallas,
con calles de oro puro,
iluminado por el que ya resurgió.
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